Imagínatelo: una madre alce, ansiosa e indefensa, mirando al agua, intentando idear un plan para rescatar a su cría.
La escena se desarrolla con una cría de alce, que apenas mantiene la cabeza fuera del agua cerca de la orilla, mientras su madre busca desesperadamente la forma de salvarla.
El borde de la tierra, plagado de ramas afiladas, no ofrece una escapatoria fácil, lo que hace que la situación parezca casi desesperada.
En ese momento, un grupo de pescadores se topa con esta angustiosa escena.
Al principio, deciden mantenerse a distancia, creyendo que la naturaleza debe seguir su curso y permitir que la madre salve a sus crías.
“Vimos una cría de alce que luchaba por llegar a tierra, así que decidimos que lo mejor era dejar que la naturaleza siguiera su curso y que la mamá ayudara a sus crías”, explicó uno de los pescadores.
Sin embargo, al regresar una hora más tarde, los pescadores encuentran a la cría de alce todavía luchando en el agua, sin que la madre esté a la vista.
Los gemidos desesperados de la cría y las burbujas que salen de su nariz indican su agotamiento extremo.
“Una hora más tarde volvimos a ver los progresos y la mamá no estaba por ninguna parte, pero el bebé alce seguía gimoteando y luchando por llegar a la orilla”, añadió el cineasta, dándose cuenta de que había llegado el momento de intervenir.
Los pescadores se acercan con cautela y sacan a la cría de alce de las frías aguas, inseguros de cómo reaccionará al contacto humano.
La cría, que llevaba más de una hora en el agua, estaba visiblemente agitada y fría.
Con cuidado y determinación, los pescadores transportan a la cría de alce a una parte más segura de la orilla, donde lucha por mantenerse en pie, desconcertada y débil.
La cría de alce mira a sus salvadores, como buscando consuelo o quizá un último gesto de apoyo, pues aún no está preparada para enfrentarse al mundo por sí sola.
Mientras tanto, otra cría de alce se encuentra en una situación peligrosa, atrapada en unas rocas afiladas sobre el agua.
Antes, su madre, capaz de nadar, había conseguido escapar del agua pero dejó atrás al bebé, por razones desconocidas. ¿Fue un abandono o un intento desesperado de buscar ayuda?
La fortuna también sonríe a la segunda cría de alce, ya que otro grupo de personas de buen corazón acude en su ayuda a bordo de un barco.
Levantan con cuidado a la agotada criatura de las precarias rocas y la llevan a tierra firme, un gesto de compasión ante los desafíos de la naturaleza.
Una vez en tierra, la cría de alce vacila, todavía conmocionada por la terrible experiencia y quizás añorando la seguridad y la familiaridad de su familia.
A pesar de ser libre, se queda cerca de sus salvadores humanos, no está preparado para aventurarse solo en lo desconocido.
En un conmovedor acto de orientación, uno de los rescatadores permanece junto a la cría de alce, asegurándose de que se siente lo bastante segura como para dar esos primeros pasos hacia la independencia.
Hay muchas esperanzas de que acabe reuniéndose con su familia, lo que demuestra la bondad y valentía de quienes intervinieron.
“Esto es sólo para demostrar que todavía hay gente buena ahí fuera. Gracias por salvar al bebé [moose]comentó Karelle Bourrasa, reflejando el sentimiento de todos los que escuchan esta conmovedora historia.
Vea el rescate completo en el siguiente vídeo
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