Un sábado por la mañana aparentemente normal, sobre las cinco, Amanda Tanner y su marido se despertaron de forma inesperada.
Su perro, Axel, un enérgico border collie de un año que habían rescatado con mucho cariño, se mostraba inusualmente persistente.
Saltaba enérgicamente a su cama, les daba codazos y les daba zarpazos para indicarles que algo iba mal.
Amanda, una residente de 44 años de Spring (Texas), relató el inusual comportamiento diciendo: “Me daba más zarpazos de lo normal para que me moviera”
La historia de Axel es una historia de resistencia y esperanza.
Formaba parte de una camada de nueve cachorros descubierta por un grupo de rescate de Houston.
A pesar de su carácter entrañable y sus travesuras juguetonas, los posibles adoptantes lo pasaron por alto.
Fue entonces cuando la familia Tanner, de gran corazón, decidió darle un hogar para siempre.
No sabían que esta decisión les cambiaría la vida.
Intrigado y ligeramente preocupado por el comportamiento de Axel, el marido de Amanda decidió bajar las escaleras, pensando que Axel podría querer salir.
Sin embargo, Axel tenía otros planes.
Se detuvo frente a la puerta cerrada de la habitación de su hijo Gabriel, de 17 años, y se quedó inmóvil.
Detrás de esa puerta se estaba desarrollando una crisis.
Gabriel, un estudiante vibrante de último curso de instituto conocido por su capacidad atlética, estaba sufriendo un derrame cerebral.
La gravedad de la situación quedó desgarradoramente clara cuando el padre de Gabriel entró en la habitación.
Gabriel arrastraba las palabras y un entumecimiento se había apoderado de su lado derecho.
El contraste era marcado.
Justo la tarde anterior, la familia había estado inmersa en la alegría de hacer las fotos del último año de Gabriel.
Ahora se encontraban en una carrera desesperada hacia urgencias, rezando por un milagro.
El Dr. Sabih Effendi, reputado neurocirujano que atendió a Gabriel, se apresuró a destacar el papel fundamental que desempeñó Axel.
“Es muy sorprendente que su perro alertara e iniciara todo este proceso”, comentó con admiración.
Además, explicó la importancia de intervenir a tiempo en los casos de ictus: “Cuando alguien sufre un ictus agudo, las neuronas se están muriendo. … Si no se le hubiera encontrado y hubieran pasado otras tres o cuatro horas, las repercusiones habrían sido devastadoras, con lesiones cerebrales extensas”
Aunque los accidentes cerebrovasculares se asocian sobre todo a las personas mayores, también pueden afectar, aunque raramente, a los jóvenes.
La experiencia de Gabriel fue inesperada.
La noche anterior se había sentido perfectamente bien, sólo con un fugaz dolor de cabeza.
Por la mañana, su mundo había cambiado.
Se esforzó por levantar el brazo derecho y su visión se distorsionó de forma desorientadora.
Las investigaciones médicas, que incluyeron un angiograma, determinaron la causa: un ictus en el lado izquierdo, resultado de una disección arterial espontánea, una de las principales causas de ictus en adultos jóvenes.
Se inició un tratamiento inmediato y agresivo.
A Gabriel se le administraron anticoagulantes, cruciales para restablecer el flujo sanguíneo.
Además, se le suministraron fluidos intravenosos para aumentar el volumen sanguíneo, facilitando un mejor flujo de sangre al cerebro.
El equipo médico era optimista en cuanto a que, con el tiempo, el desgarro arterial experimentaría una curación natural.
Nunca se insistirá lo suficiente en el papel fundamental que desempeñó Axel en este angustioso episodio.
Tanto el Dr. Effendi como la familia Tanner coinciden en que la oportuna alerta de Axel marcó la diferencia.
“Cuanto más tiempo pasara sin tomar un anticoagulante, más graves habrían sido las repercusiones de su ictus”, subrayó el Dr. Effendi.
Hoy, el viaje de recuperación de Gabriel está lleno de esperanza.
Participa activamente en clases a domicilio y se somete con diligencia a terapias físicas, ocupacionales y del habla.
¿Su aspiración?
Reunirse con sus compañeros y reclamar su puesto en el campo de fútbol.
¿Y qué hay de Axel, el héroe anónimo de esta historia?
Amanda, con una inmensa gratitud en el corazón, planea concederle una medalla de honor especial por su cuello.
Señala cariñosamente: “Ahora tiene la misión de seguir a Gabriel a todas partes”
Y añade: “Axel siempre ha tenido una sensibilidad innata hacia las emociones y el bienestar de todos los habitantes de la casa.”
De hecho, las acciones de Axel aquella fatídica mañana son una prueba del profundo vínculo que existe entre los humanos y sus mascotas.
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