MoonShine Wildlife Rehab no es el típico centro de rescate de animales.
Se especializan en cuidar animales salvajes enfermos, heridos o abandonados, preparándolos para un regreso triunfal a la naturaleza.
Sus cuidados se extienden a una gran variedad de animales, como ardillas, puercoespines, zorros, búhos, mapaches e incluso mofetas.
Entre sus conmovedoras historias está la de un pequeño e inteligente bebé zorrillo.
Cuando este pequeño “kit” llegó a MoonShine, ya tenía cinco meses.
Pero, sorprendentemente, parecía cualquier cosa menos de su edad: flacucho, con poco pelo y problemas de equilibrio, era un misterio cómo este gatito tenía ya cinco meses.
A Christine, de MoonShine Wildlife Rehab, le extrañó el pequeño tamaño de la mofeta. Sin embargo, la cuestión se resolvió pronto.
Una vez que la mofeta descubrió el placer de comer, no tardó en empezar a crecer y convertirse en un comedor voraz.
El Dodo era un explorador nato. Aunque estaba encerrado en una jaula por su seguridad, aprovechaba al máximo su tiempo al aire libre, vagando por todas partes donde sus pequeñas patas podían llevarle.
Sus aventuras le granjearon muchos admiradores, sobre todo cuando empezó a hacer algo adorable con las patas: ¡los “pisotones”!
Este bebé zorrillo tenía una forma única de caminar: ¡pisaba con las manos!
Al principio, sólo eran pequeños pisotones con las manos, pero pronto empezó a golpear el suelo deliberadamente con sus manitas.
Fuera accidental o intencionado, era increíblemente mono.
Sus pisotones no se detuvieron ahí. Pasó a realizar paradas de manos, seguidas de un aterrizaje sobre sus pies con un pisotón.
Aunque no tenía hermanos, vivía con otros kits, y todos se unieron a la diversión de los pisotones.
Christine, la cuidadora de la mofeta, era su público favorito. Cada vez que la visitaba, él mostraba orgulloso su nueva habilidad. Se daba la vuelta, levantaba la cola y se iba dando pisotones.
A Christine no le preocupaba ser rociada, ya que las mofetas de su edad no tienen pulverizadores completamente desarrollados.
Con el paso del tiempo, el pelaje y los instintos de la mofeta empezaron a desarrollarse.
Estaba ganando peso y cada vez más cerca de convertirse en una mofeta sana y salvaje. Christine lo sacó al exterior para que siguiera explorando, esperando a que alcanzara el peso óptimo de 2,5 kg antes de liberarlo en la naturaleza.
Sus instintos naturales se pusieron en marcha de inmediato, y ni siquiera hubo que enseñarle a cazar gusanos.
Finalmente, después de unos meses, esta adorable mofeta pisoteadora, junto con otras dos, fue liberada de nuevo en su hábitat natural.
Sé testigo de este enérgico gatito mofeta y de sus payasadas en el siguiente vídeo
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