En una conmovedora historia que difumina la línea que separa lo salvaje de lo doméstico, un vídeo recoge la singular historia de una mujer y su inesperado huésped: una cría de castor.
Esta historia no trata sólo del rescate de un animal salvaje, sino también de los sorprendentes y a menudo cómicos retos que plantea el cuidado de una mascota tan poco convencional.
El viaje comenzó cuando la mujer, una especialista en el cuidado de la fauna salvaje llamada Bridget, se encontró rescatando a una cría de castor que había quedado huérfana.
Comprendiendo las necesidades especiales de esta joven criatura, decidió no dejarla en un centro de rehabilitación de animales salvajes, pues consideraba que era demasiado pequeña para sobrevivir por sí sola.
En lugar de eso, se llevó al castor, llamado Biv, a su casa, una decisión que la llevaría a vivir una serie de experiencias divertidas y reveladoras.
A medida que Biv crecía, sus instintos naturales empezaron a aflorar de las formas más inesperadas.
La mujer se despertó y descubrió que Biv había estado ocupado por la noche, construyendo presas por toda la casa. Utilizando cualquier material que encontraba -sandalias, juguetes e incluso trozos de alfombra-, Biv demostró su habilidad innata para construir presas, un comportamiento típico de los castores en libertad.
Esta inusual actividad sorprendió y desafió a Bridget, que se enfrentaba a las complejidades de tener un castor como mascota.
Para adaptarse a los comportamientos naturales de Biv, Bridget preparó baños de agua específicamente para él.
En estos estanques improvisados, Biv podía entregarse a sus actividades instintivas, nadar y construir como lo haría en un entorno natural. Esta adaptación pone de manifiesto los esfuerzos de Bridget para que Biv pudiera expresar su comportamiento natural mientras vivía bajo su techo.
La historia de Biv no se limita al interior. Lleva una vida semilibre, disfruta nadando en un estanque de la propiedad, que se completa con una gran casita. A pesar de pasar la mayor parte del día en el estanque, Biv siempre vuelve a la casa por la noche, mostrando un vínculo único con su salvador humano.
Sin embargo, la experiencia de Bridget con Biv también sirve de advertencia.
Aconseja no tener castores en apartamentos o casas pequeñas, ya que pueden causar daños importantes sin darse cuenta. En su caso, Biv ha arrancado paredes, roído esquinas y puertas, e incluso se ha comido el zócalo.
A pesar de estos problemas, Bridget se muestra comprensiva y acepta la naturaleza de Biv, sabiendo que estas acciones forman parte de su comportamiento instintivo.
La historia de Bridget y Biv es agridulce. Bridget reconoce que al final tendrán que separarse, ya que Biv no puede vivir en la casa permanentemente. Necesitará su propio entorno salvaje para desarrollarse plenamente. Esta toma de conciencia subraya la verdad fundamental de que los animales salvajes, por entrañables que sean, pertenecen a su hábitat natural.
El vídeo de abajo es algo más que una bonita historia de animales. Es un conmovedor recordatorio de la belleza y la complejidad de la vida salvaje, de los retos que plantea su cuidado y de la importancia de respetar sus instintos y necesidades naturales.
La historia de Bridget con Biv es un testimonio de la bondad y adaptabilidad de los humanos cuando se trata de ayudar a animales necesitados, pero también pone de relieve la inevitable verdad de que los animales salvajes tienen su propio mundo, uno que podemos admirar pero no integrar plenamente en el nuestro.
Vea el vídeo completo a continuación.
Por favor COMPARTIR esto con tus amigos y familiares.