Imagínese entrar en su jardín y ser recibido por la fauna local: ¡es un escenario encantador!
Desde los insectos más diminutos hasta los pájaros más majestuosos, pasando por algún que otro visitante salvaje, siempre es un placer ser testigo de la naturaleza en acción.
Los ciervos, aficionados a la vegetación, suelen merendarse los árboles y arbustos del jardín, para fascinación de los propietarios.
Estas gentiles criaturas se sienten especialmente atraídas por las delicias perennes del enebro, el espino blanco, el arbusto de las especias y varios árboles frutales.
No se detienen ahí: flores como girasoles, geranios y ásteres también están en su lista de golosos.
Si las has plantado en tu jardín, es posible que hayas acogido a estos encantadores visitantes sin saberlo.
Por ejemplo, Kim y Stan, una pareja que vive en un barrio frecuentado por ciervos de cola blanca.
Su jardín es una parada habitual para estos ciervos, y se han acostumbrado bastante a su presencia.
Mientras Kim disfruta charlando con sus huéspedes de cuatro patas, Stan prefiere ahuyentarlos.
La cámara del timbre, que suele ser un elemento de seguridad, se ha convertido en su ventana a estas interacciones con la fauna.
La función de conversación bidireccional de la cámara se ha convertido en un canal de comunicación con el ciervo.
Uno de estos entrañables encuentros llegó a cautivar a casi medio millón de espectadores en Internet.
Las imágenes muestran a un ciervo, con la nariz metida entre los arbustos, saboreando el verde festín que tiene ante sí.
Era un día cualquiera cuando Kim recibió una alerta de la cámara de su timbre.
Al comprobarlo, encontró a su amigo el ciervo comiendo alegremente.
Decidida a entablar conversación, saludó al ciervo con un amistoso “¡Hola! ¿Qué haces?”, una pregunta que pareció desconcertar al desprevenido comensal.
El ciervo, sorprendido por la voz de Kim pero sin ver a nadie, miró con curiosidad a la cámara.
Sus orejas se aguzaron, atentas a la fuente de la misteriosa voz humana.
Cuando Kim preguntó juguetonamente: “¿Te estás comiendo mis arbustos?”, el ciervo pareció casi culpable, congelado en el centro de atención.
Hubo un momento de admisión silenciosa por parte del ciervo, un trago que delataba su nerviosismo.
Pero Kim, con su gentil comportamiento, tranquilizó al ciervo: “No pasa nada”
Fue entonces cuando Stan intervino con una postura más protectora: “No te comas mis árboles” Kim, siempre mediadora, recordó a su invitado: “No te comas los árboles; sólo esos arbustos”
Tal vez un poco avergonzado por haber sido sorprendido en el acto, el ciervo decidió retirarse.
Lanzó una última mirada a la cámara -una despedida silenciosa- y se alejó.
Esta sencilla pero dulce interacción fue precisamente lo que convirtió el vídeo en un éxito entre los espectadores.
La sección de comentarios se desbordó de agradecimiento por la apacible escena, destacando la amabilidad de Kim y la naturaleza apacible del ciervo.
Qué escena tan tierna, y estamos seguros de que el ciervo se sintió cómodo allí.