Las vacaciones son como los pequeños recreos de la vida: una pausa para salir de la rutina diaria, explorar nuevas tierras y vivir aventuras.
La emoción de lo nuevo es embriagadora, pero no hay que olvidar la alegría de volver a casa.
Tu cama nunca es tan cómoda como cuando has estado fuera, ¿verdad?
Pero, si eres dueño de una mascota, sabes que la euforia de volver a instalarte en tu espacio personal es sólo la punta del iceberg.
¿El evento principal?
Los saltos, los meneos de cola y, en algunos casos, los relinchos de bienvenida de tu amigo peludo o no tan peludo.
Imagínatelo por un momento: Abres la puerta y ahí está tu mascota.
El reencuentro es palpable, como una escena sacada de una comedia romántica.
Tu mascota está en el aire, prácticamente levitando de emoción; tú llevas una sonrisa tan grande que podría partirte la cara; y durante esos pocos segundos, todo en el mundo es exactamente como debería ser.
Cuando hablamos de reuniones de mascotas, los perros suelen acaparar la atención.
O puede que un gato especialmente cariñoso se cuele en el encuadre.
Pero, ¿te has planteado alguna vez que los caballos también pueden sentir un profundo apego?
Un usuario de YouTube llamado luckyhoof desafía nuestras narrativas tradicionales de reencuentros de mascotas, demostrando que los caballos pueden estar tan implicados emocionalmente en estos momentos como cualquier perro o gato.
Luckyhoof llevaba tres semanas viajando por el extranjero, experimentando culturas diferentes, probando comidas nuevas y pasándoselo como nunca.
Sin embargo, entre tanta emoción, había un amigo de cuatro patas al que estaba deseando volver a ver: su querido caballo.
Cuando por fin aterrizó en casa, su expectación estaba teñida de una urgencia emocional.
Su vídeo, una sincera grabación de su reencuentro, muestra que su caballo sentía lo mismo.
El vídeo capta a luckyhoof, abrigado contra un cielo nublado, caminando por campos y prados.
Busca a su caballo, que forma parte de su familia como el que más.
Por fin lo encuentra, majestuoso e indiscutiblemente a la moda con un impresionante abrigo púrpura.
El momento es cinematográfico.
Ella grita su nombre.
Al principio, el caballo parece confundido, haciendo una pausa como si contemplara la familiaridad de la voz que acaba de romper la quietud.
Y entonces, como una bombilla, la reconoce: ¡es ella!
Ninguna escena de persecución de Hollywood podría competir con lo que ocurre a continuación.
El caballo se lanza al galope, cargando hacia luckyhoof con tal fervor y velocidad que se diría que corre contra el viento.
Es un espectáculo emocionante, un hermoso testimonio del profundo vínculo que les une.
Al verlo, uno no puede evitar que su propio corazón se hinche de felicidad.
Ahora te preguntarás: ¿este idilio entre luckyhoof y su caballo es algo aislado o los caballos suelen establecer relaciones tan estrechas con los humanos?
Un artículo de “Horses and People” aclara un poco las cosas.
La investigadora Lina Roth explica que la dinámica entre caballos y humanos no es la misma que entre humanos y perros.
Afirma: “Puede que esto no sea tan sorprendente, si pensamos en el hecho de que la mayoría de los perros viven en nuestras casas y están junto a sus dueños desde que son cachorros. Pero con los caballos no es tan común que mantengamos al mismo individuo durante toda su vida”
Sin embargo, no piense que los caballos son criaturas emocionalmente distantes.
La doctora Elke Hartmann, del Departamento de Medio Ambiente y Salud Animal de la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas, hace una importante advertencia.
Dice: “Eso no significa que los caballos nunca desarrollen vínculos especiales con sus dueños. Cuándo y cómo expresan su apego puede depender totalmente de interacciones previas y de la situación: factores como dónde vive el caballo, cuánto tiempo le dedica el dueño, las actividades que hacen juntos y la duración de la propiedad”
¿Cuál es la conclusión?
El vídeo es una prueba fehaciente de que los caballos tienen la capacidad de establecer relaciones profundamente emocionales con sus congéneres.
Pueden sentir, pueden echarte de menos y, ¡vaya si pueden correr hacia ti cuando se dan cuenta de que has vuelto!
Si tienes curiosidad por ver este milagroso reencuentro, te advierto que el vídeo empieza un poco movido.
Pero no te lo pierdas, o adelántalo si es necesario.
Perderse este momento sería como marcharse antes del gran final de un espectáculo de fuegos artificiales, y créanos, querrá ver cada brillante segundo.
Vea su reconfortante reencuentro en el siguiente vídeo.
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